enero 9

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Gente complicada en el trabajo

By César Serrano Fernández

enero 9, 2015


Estoy convencido de que la principal dificultad a la que realmente se enfrenta una persona en su rutina habitual es el hecho de tratar con otras personas, por tanto, y desde mi punto de vista, la principal habilidad que todo gerente debería poseer consiste en su capacidad para tratar con personas, y por supuesto, el cómo gestionar las relaciones interpersonales.

Hay que tener en cuenta que cuando formas parte de un grupo, compañía o equipo, tendrás que relacionarte con gente, y estas personas podrán tener diferentes gustos y distintas pretensiones, y cada uno de ellos con sus propios criterios y su particular manera de sentir o padecer. A esto hay que añadirle que, si de por sí somos complicados, también influye el momento y el entorno en el que nos encontramos.

¿Quién no ha ido al volante alguna vez y por el hecho de incorporarse a la autovía en un carril de aceleración se ha llevado múltiples insultos e incluso alguna peineta por hacer frenar al que venía detrás? Seguramente, esa persona no se comportaría así en otro entorno, pero en la carretera es distinto, claro.

¿Os imagináis que pisaseis a ese mismo señor en el metro? Seguramente no os insultaría, ni sacaría a pasear el dedo corazón delante vuestra, y probablemente aceptaría vuestras disculpas con una sonrisa, pero claro, la carretera nos transforma.

Gente enfadada III
Otro ejemplo que nos hace ser diferentes en la carretera se produce cuando tras esperar una larga cola para salir por un desvío de la autovía, te adelanta un coche por la izquierda marcando su incorporación con el intermitente derecho y trata de pasar justo delante de ti. Ahí piensas, mira “el listo”, ya quiere colarse, y tú aceleras hasta casi el punto de chocarte con el coche que tienes delante con tal de no dejarle pasar.

Pero, ¿Os imagináis esa situación en la cola del cine?    Te encuentras en la cola, y tras esperar una hora, estás a punto de alcanzar la ventanilla, pero en ese momento, te adelanta un señor por la izquierda subiendo y bajando enérgicamente el hombro derecho para colarse delante de ti, y tú mientras sacas pecho y te pegas al que tienes delante para que no se cuele «el listo”.

La situación suena a chiste, y seguramente no os haya pasado nunca esto en el cine, pero entonces ¿Por qué lo hacemos al volante? Las razones las desconozco, pero como veis el entorno influye, y en este caso la carretera invita a esta clase de comportamientos, y seguramente no nos comportaríamos así en otra situación o en otro lugar.

Pues bien, otro entorno en el que nos encontraremos con gente difícil es en nuestro trabajo. Es inevitable encontrase con gente difícil y problemática en el camino, porque lamentablemente, esas personas existen, y sería conveniente aprender  si no a tratar con ellas, sí al menos, convivir con ellas.

Entre esas personas difíciles tenemos:

  • El Jefe. Esa persona incapaz de reconocer nuestros méritos o de felicitarnos por nuestros progresos, capaz de gritarnos constantemente e incluso indicarnos cómo hacer nuestro trabajo cuando ni siquiera él cumple con el suyo.
  • El compañero. Capaz de boicotear cualquier propuesta, que se enreda en discusiones absurdas, y se dedica a tensionar la situación produciendo bajones de productividad.
  • El subordinado. Tratando de contagiar su amargura con el resto del equipo, y criticando cualquier comportamiento que no esté en línea con sus propósitos de destrucción.

Resulta sencillo plantearnos en algún momento la posibilidad de cambiarnos de trabajo o incluso renunciar al mismo si una persona nos está amargando, pero la realidad, en la mayoría de las ocasiones, no es una decisión tan sencilla porque tenemos que seguir cumpliendo con nuestras responsabilidades personales, es decir, familia, hipoteca, colegio de los niños, etcétera.

Ante este tipo de personas solemos reaccionar a la defensiva, y nos produce cierto alivio recurrir a lo siguiente:

  • Buscamos aliados para poder descalificar a las personas conflictivas e intentar aislarlos.
  • Les culpabilizamos de todos los males.
  • Buscamos crear consenso en su contra.
  • Sólo nos interesa escuchar historias en las que haya habido incidentes con otras personas similares a nuestra experiencia.
  • Queremos que nuestros interlocutores nos relaten sólo las malas experiencias con nuestro “enemigo”.
  • Disfrutamos cuando crece el coro de lamentos contra nuestro agresor.
  • Pensamos que lo que motiva a nuestro agresor es siempre la maldad.

En definitiva, no pensamos en las inquietudes de nuestro “enemigo” ni en sus motivaciones de una manera positiva, pensamos en el por qué hace las cosas, y la respuesta siempre es por maldad.

La clave para poder afrontar una situación con una persona difícil no radica en saber qué es lo que merece, ni hablar durante todo el día de lo malo que es, sino de encontrar la manera de alcanzar nuestros objetivos a pesar de los problemas que nos causa esta persona, e incluso conseguir nuestros objetivos gracias a este tipo de personas.

Tampoco podemos olvidar que a la hora de enjuiciar a una persona influye, no solo su personalidad, sino también la nuestra, es decir, una persona temperamental, posiblemente choque con otra más tranquila, y una persona desordenada puede tener rencillas con otra que sea escrupulosamente ordenada. Por este motivo, deberíamos averiguar cuáles son los motivos que empujan a nuestro oponente, y poder mirar desde su perspectiva para entender mejor su comportamiento.

Enfadado

A continuación os mostraré algunos ejemplos de los personajes más comunes que nos encontraremos en el ámbito laboral y algún que otro consejo para poder tratar con ellos.

  • El solitario. Es aquel que se encuentra amargado y sin vida social, que trata de hacer ruido pero sin conseguirlo ya que se encuentra en el desierto. Una posible solución (sin llegar al despido o no hubiese posibilidad de ello) sería integrarla en reuniones obligatorias para que pueda relacionarse.
  • El aprovechado u oportunista. Esa persona que solamente se acerca a ti cuando busca algo a cambio, y no tardará en venderte o traicionarte cuando haya sacado la información que necesita para utilizarla en su propio interés. Es capaz de malmeter en un equipo consolidado y puede hacer estragos. Mi recomendación sería la de fomentar el trabajo en equipo, y desde luego, inculcar en los trabajadores que los ataques a traición nunca serán recompensados.
  • El encargado de poner pegas a todo. Ante cualquier propuesta siempre encuentra pegas, y es capaz de paralizar cualquier proyecto gracias a su habilidad para poner dificultades. Con este tipo de personas, no queda otra que exigirles (si es por escrito mejor) que propongan soluciones inmediatas, ya que no es de recibo protestar por todo sin plantear soluciones.
  • El envidioso. Aquella persona capaz de descalificar y desprestigiar el trabajo de otros por el hecho de no haberlo conseguido ellos mismos. Es difícil tratar con este tipo de personas, puesto que solo son capaces de ver los defectos ajenos, y no realizan ningún tipo de autocrítica. Con este tipo de personas, fijaría objetivos cuantificables y realizables para que se motiven en conseguir sus metas, y de este modo, poder restar valor a sus argumentos tratando de valorar su trayectoria y desempeño de una manera realista.
  • El político. Posee una buena capacidad de comunicación y liderazgo, y es capaz de influir en todo un equipo, por lo que puede ser peligroso dejar que maneje la situación. Antes de llegar a esto, habría que escucharle y no entrar confrontaciones directas con él, ya que tiene a su público a favor. Una de las posibles soluciones pasa por incrementar el número de reuniones con el equipo para conocer en profundidad las inquietudes de todos ellos, e intentar ganarse la confianza de la gente para restar, de este modo, parte de la influencia que esta persona pueda ejercer en los trabajadores.
  • El cotilla. Esa persona que se dedica a extender rumores que ha escuchado en los pasillos y los cuenta como ciertos, con el propósito de alcanzar un mayor protagonismo. A este tipo de personas hay que tenerla bien localizada, y hablar abiertamente con ellos del daño que pueden causar a la hora de difundir información sin analizar ni la veracidad ni las consecuencias.
  • El gruñón. Todo el día irascible, y con ganas de montar una bronca al primero que se cruce en su camino. El resto de trabajadores ni se atreven a consultarle por no aguantar sus gritos. Con este tipo de personas, hay que respirar profundo, armarse de valor y no entrar en su juego, ya que generalmente disfrutan con la confrontación directa, si tú gritas, él disfruta gritando más. Mi consejo sería el de mantener la calma, solicitarle la información como si no pasara nada, y si empieza con pegas y gritos, seguiría escuchando hasta que haya acabado, y cuando haya finalizado, seguiría solicitando la información con un tono suave y calmado para no entrar en esa batalla en la que él se siente más cómodo que tú.
  • El mentiroso. No dudará en mentir ante cualquier situación si con ello es capaz de justificar el trabajo que no ha hecho. Todos sabemos que es más sencillo alcanzar a un mentiroso que a un cojo, y ante este tipo de personas recomendaría hablar directamente con ellas, y de una forma educada demostrarles que están mintiendo y que ese no es el camino, siempre y cuando la mentira no haya sido lo suficientemente gorda, ya que de ser así, habríamos perdido la confianza y lo mejor sería prescindir de ella.

Supongo, que a lo largo de vuestra trayectoria, os habréis encontrado con distintos perfiles, y muchos de ellos de difícil trato, por lo que estaría encantado de escuchar vuestras anécdotas si queréis compartirlas conmigo.

César Serrano Fernández

Autor

Intento transmitirte ideas que pueden ayudarte si tienes un negocio, o te interesan.

  • Creo que llevas razón al señalar que a diario nos encontramos con gente «complicada» en distintas facetas de nuestras vidas y por tanto, también en el trabajo. En todos los casos, para lidiar con ellos, hay que afrontar la situación (ojo, no he dicho enfrentarse) y debemos dirigirnos a esa persona con respeto y en privado para tratar de conocer si existe alguna razón para que se comporte así y en ese caso, buscar una solución, o bien cuestionar objetivamente su comportamiento y mostrarle la necesidad de un cambio de actitud.
    De todas formas, son muchas más las personas «encantadoras» que aparecen en nuestras vidas.
    Saludos

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